Hoy me encuentro de nuevo en este lugar donde la brisa acariciaba nuestros cuerpos desnudos, donde la luna y el mar fueron testigos mudos de ese nuestro primer encuentro de amor.
Recuerdo claramente la noche estrellada, el mar en calma que con el vaivén de sus olas nos ofrecía una dulce melodía, de esas que solo suelen escuchar quienes se han enamorado, quienes se han entregado al arte de amar estando en su compañía.
El viento era suave, el clima algo frío, pero, el calor de nuestros cuerpos apenas y percibía lo que mutuamente nos brindábamos, parecíamos encender una hoguera con la pasión que nuestro amor destilaba esa noche, esa feliz noche que guarde en mi mente, para hacerla inolvidable con el paso de los días, los meses o los años.
Hoy, me encuentro aquí de nuevo, pero la noche es obscura, la luna y las estrellas hoy no iluminan, el mar embravecido acompaña mi tristeza con el golpeteo feroz de sus olas en la arena, al igual que yo sufren esta pena de sentirte lejos y saber que no volverás; por que te has marchado de mi lado, el destino caprichoso es el que se ha encargado, de separar nuestras vidas, de destruir nuestros sueños, de dejar mi amor sin dueño, no intento culparlo, solo reclamo, aclamo, añoro ese amor que me brindabas y que ahora no tengo que se me fue de las manos, con ese tu ultimo aliento.
Amor, hoy he venido a recordar ese tiempo, en que me perdí en tus ojos y me deslice en tu cuerpo, donde solo fueron fieles testigos esa luna, ese mar y las estrellas que hoy lloran conmigo.
No hay comentarios:
Publicar un comentario