Alguna vez pregunte, cuanto se tiene que llamar a Dios para cesar el sufrimiento, para que un ser dolorido por sus enfermedades pueda encontrar al fin la paz y su cuerpo deje de agonizar, hace unos días obtuve una respuesta que jamás había esperado.
Dios ha enviado un ángel con un requerimiento especial, pues es en mi familia donde se encontraba el ser que el necesitaba para darle una nueva vida, en su infinita bondad permitió que mi señora madre deje de sufrir en esta tierra y le ha brindado una nueva morada allá en el cielo, donde será ahora parte del cortejo angelical y donde deberá cumplir su nueva misión en compañía de quienes la esperaban con brazos abiertos( sus abuelos, su padre,su tio, su hermano y su hija); aquí quedamos su madre, sus hijos, sus hermanos, su esposo, sus amigos orando porque pronto encuentre la paz que su cuerpo y su alma necesitan.
Sé que desde ese lugar donde hoy se encuentra estará velando por el bienestar de cada uno de nosotros de la misma forma en que lo hizo estando en vida, puesto que siempre fue un ser dedicado y entregado para con los suyos.
Agradezco a ella en este momento todo lo que me brindó y que en su lucha por vivir me haya permitido decirle unas últimas palabras, partió de este mundo sabiendo que cada uno de nosotros estuvo fuera del hospital acompañándole hasta el último momento, conté con la fortuna de darle mi bendición y de decirle una vez más cuanto le amo, me brindó la oportunidad de vivir para recibir en vida el último beso después de esto… su corazón dejo de latir, acudiendo asi al llamado de nuestro Señor.
Ahora solo pido a todos ustedes que me acompañen con sus oraciones para pedir por su descanso eterno.
Mamá te amamos, Descansa en Paz, Rosa Amelia Valenzuela Arvizu.
Tus Hijos
Martin Arnoldo (Juan Y Jennifer
Rosa Icela (t)
Priscila ( Fernando Ulises)
Francisco ( Juan Fco., Rosa Isela, Fco. Sebastian)
Adriana Guadalupe
Queridos Míos:
Sé que a mi partida he dejado un dolor inmenso en sus corazones, de favor les pido que por mí no sufran, ni derramen sus lagrimas, en cambio recuerden todos aquellos momentos que juntos compartimos, los días felices e incluso los de gran angustia en los cuales solíamos unirnos más. Borren de sus rostros la tristeza pues al verles decaídos prolongan la estancia de mi alma en la tierra; brinden en mi nombre una oración y busquen en Dios consuelo y resignación.
Agradezco infinitamente cada una de sus muestras de amor, de ternura y cariño, desde el cielo les envío todos esos besos que ya no pude darles. En esta otra vida estoy descansando en paz, les estaré esperando con los brazos abiertos para volver a ser la familia que siempre fuimos.
Con amor
Rosa Amelia Valenzuela Arvizu.